miércoles, 29 de agosto de 2012

Nada.


Y fue así, con aquellas simples palabras, que todo se derrumbó.

'Te amo'.

Las había dicho con un hilo de voz nauseabundo. Nocivo. Condescendiente... cómo si esperara que ella le creyese. ¡Y cómo era de esperar, si con sus humildes y tenues palabras respondía sin jamás mirarle de frente! ¿Era posible que se regozijara templando brevemente la ironía de tan minusiosa trampa? ¿Y siquiera, existía la posibilidad de que entre ellos, hubiera más que aquella tensión inocua y liviana que más que alegrarle los días, renegaba absolutamente, sobre lo que ya conocían como real?

Real.

No le gustaba aquella palabra. Le hacía parecer inmadura y de cierta manera, rebelde, por no aceptarla. Y ella no era así. Ella no se alteraba innecesariamente. No atraía la atención de mundanos, como él. Ella era niebla. Él era sol. Él daba calor. Él era... era mejor, de todas las formas posibles. Ella sólo servía para sonreír.

'No pienses que quiero abandonarte, al decirte ésto. Seré tu mejor amigo, por siempre... para siempre. Sólo que si no lo decía en éste momento, temía no decirlo jamás.'

Su corazón se ablandó un poco, lo suficiente cómo para suspirar por una milésima de segundo y acercarse a él para estrecharlo en sus brazos por un momento.

'No pensé así... sólo... sólo que me parece extraño que lo digas ahora. Después de todo lo que ha pasado. Después de todo lo que hemos pasado'.

Él alzó la comisura de sus labios, formando una sonrisa. Se apartó unos centímetros pero sólo para tomarla del mentón y hacer que lo mirara a los ojos, sin más opciones.

'Podemos pasar por mucho más. Somos fuertes. Somos fuego. Somos las ganas de existir, ante la adversidad. Tú existes y yo existo... no necesitamos nada más'.

Ella le tomó la mano y miró al rededor, para asegurarse de que nadie los escuchara... él estaba cambiado. Ya no parecía la misma persona fanfarrona que deseaba ser más que los demás. Se veía más perceptivo, más... no sabía cómo describirlo. Parte de él se había ido junto al sentimiento de culpabilidad que la embriagaba,

Por un momento, dejó de importarle el antes, al igual que el ahora; no le importo siquiera el después. Todo lo que había, era la seguridad de que él estaba ahí y no se marcharía... no ésta vez.